Cada vez que me voy a dormir contigo, experimento una sensación de amor y odio, puesto que por una parte me encanta dormir a tu lado; pero por otra, siento que si al despertar me doy cuenta que estoy solo y que todo fue solo un sueño, mi mal humor sería épico y duraría por horas. Quizás no sería ni siquiera mal humor, lo más probable es que fuera una incómoda desilusión. Hoy, sin embargo, mis miedos no son más que algo irracional, pues al despertar seguimos juntos, en la misma habitación que borrosamente recuerdo de anoche. Al parecer todo ha sido real, por muy extraño que pueda sonar.
Es una mañana fría, o al menos para un venezolano lo es, las nubes tapan el cielo parisino y la luz que entra por la ventana es bastante tenue. Tú aún duermes. Te arropo la espalda desnuda por temor a que, con lo inútil que es tu sistema inmunológico y lo eficaz que es tu capacidad de enfermarte, te vayas de aquí con una gripe maldita.
Hoy no hay prisa porque despiertes. Hoy solo quiero que descansemos un poco y disfrutemos tranquilamente nuestro último día de paseo.
Me quedo largo rato viéndote mientras duermes. ¡Me agrada tanto hacerlo! Me pregunto qué estarás soñando, si es que sueñas algo. O quizás eres de los que duermen pesado y no sueñan nada. Ahora que lo pienso jamás te he preguntado si sueñas o no y, también, ahora que lo pienso mejor, sería como idiota preguntarte eso. Ahora que lo pienso ya ni sé qué pienso, la resaca de champagne no es buena para el raciocinio.
Al fin, luego de un largo rato, despiertas sonriente. Me pregunto si yo soy el único ser humano que generalmente despierta de mal humor, porque jamás te he visto a ti despertando sin una sonrisa en la cara.
-Buen día- dices entre bostezos sonriendo.
-Bonjour!
-¿Qué haya para hoy?
-Hoy es domingo, día del señor. Creo que lo más sensato es que descansemos y quizás más tarde demos un último paseo antes de volver.
-Tan católico, vale. Hablo en serio.
-¿Y tú crees que yo bromeo? Pues no. Tengo planeado pedir comida a la habitación y ver alguna película, o qué se yo.
-¿Película? Si tú eres la peor persona para ver películas, nunca puedes mantenerte despierto por más de media hora.
-Bueno bueno, hoy no es para hablar de mis defectos.
Entonces, como dije previamente, pasamos lo que quedaba de mañana siendo los más viles vagos: comiendo, viendo películas y shows en la televisión, haciendo paréntesis solo para hacer el amor. En la cama, en la ducha, en el sofá, la alfombra…. Y ya, tampoco es que teníamos la suite presidencial.
-Con tanta actividad física debo haber adelgazado unos cuatro kilogramos.
-Ya lo creo gordito- dices riendo.
-Vuelve a decirme gordo, larva humana, y te arranco los ojos a coñazos.
-Calma, sabes que pareces sidoso.
-Como es menester, amor.
A eso de las tres de la tarde empezamos a empacar. La última parada, antes de volver a nuestros respectivos hogares, queda un poco lejos y el trayecto es largo. Lo divertido de los hoteles es que se deja todo desordenado. Me encantaría vivir en un hotel.
Luego de unas dos horas de camino llegamos al lugar que más me costó decidir. Tenía en mente ciudades como Londres o Viena, quizás Praga y hasta Moscú. Pero, un día, mencionaste algo mientras íbamos a una fiesta y eso me dijo cual sería el último destino perfecto: Brygge, en el Reino de Noruega. No es un destino común, de hecho me costó encontrar la ciudad ideal en el país ideal para poder hacerte ver eso que tanto ansiabas ver, pero eso será un poco más tarde, mientras tanto haremos un poco de turisteo.
-¿Dónde estamos?
-Pronto lo sabrás. Mientras tanto, te recomiendo que te abrigues my bien, con bufanda y demás. El clima de acá es bastante frío.
No nos encontramos ni siquiera en una ciudad, es más como un suburbio pequeño, un valle entre “Las siete montañas”. Un lugar bastante hermoso, lleno de casas de madera. Un muelle a las orillas del fiordo, que luego atravesaremos en una embarcación.
-No es que la ciudad no me guste, pero me parece extraño que estemos acá.
-Verás, un día mencionaste algo que te gustaba mucho y que en Venezuela no se da. Es un fenómeno natural. De verdad no espero que lo recuerdes, pero no te preocupes que pronto lo verás. Mientras tanto, mira que divertidas son esas casas altas y puntiagudas, muy típicas de esta parte del mundo. Y en pocos minutos abordaremos una embarcación que nos llevará a conocer el fiordo de acá.
Una vez en la embarcación, esta despega y nos da un recorrido por el fiordo. Es asombrosamente hermoso, aún cuando ya es noche cerrada. Las empinadas e imponentes montañas que salen desde el mar glacial nos ofrecen una vista parcial del oscuro cielo del norte.
Un chico, del personal de la embarcación, nos ofrece a ambos un trago de vodka, el cual tomamos sin pensarlo dos veces.
-¡Más alcohol! Siento que he perdido medio hígado este fin de semana- dices mientras das el primer sorbo.
-Como dice el dicho “Al pueblo que fueres, haz lo que vieres” y esta gente del norte nace con la botella de vodka debajo del brazo, así que ¡salud!
Cuando falta poco para que culmine el viaje, es hora de impedirte que veas, por eso vendo tus ojos con un paño y te explico que es para que no dañes la sorpresa final.
Descendemos de la embarcación y te guío con cuidado por el escabroso camino de tierra. Hace mucho frío y la brisa pretende tumbarnos. Pero me mantengo firme e intento que así te mantengas tú también. No permitiré que nada dañe la última parte de nuestro recorrido. Luego de unos quince minutos de ascender por una pequeña colina, llegamos a una explanada, con una vista perfecta de eso que quiero que veas.
-Bueno, antes de que puedas ver, hace algunas semanas, cuando todo esto no era más que un plan utópico, yo aún buscaba qué lugares visitar, de manera de hacer el viaje verdaderamente significativo con cosas que nos gustaran a ambos. Lo tenía casi todo planeado, pero faltaba algo verdaderamente impresionante para el final. Estaba en fase de bloqueo mental. De repente y prácticamente de la nada, mencionaste algo que te gustaría mucho volver a ver y ahí me diste la idea final para el lugar ideal. Sé que has visto esto antes, pero estamos realmente lejos del lugar donde lo viste por primera vez. Espero que sea igual o más hermoso que aquella vez y que de verdad lo disfrutes.
Destapo lentamente tus ojos y espero con ansias ver tu expresión. Abres los ojos lentamente y, graciosamente, abres también tu boca en un dejo de asombro.
En el amplio y oscuro cielo estrellado, hay una proyección de colores y formas informes: la aurora boreal.
-Esto es, casi, demasiado. De todas las cosas que pude imaginar que vería, jamás pensé que sería esto. No puedo creerlo, es surreal.
Nos quedamos largo rato sentados viendo cómo cambian las formas lentamente y los colores se hacen más brillantes conforme se acerca la medianoche. Nos abrazamos para que el frío no nos mate.
Conversamos de cosas poco importantes por un rato y hasta abordamos temas más profundos. Me preguntas por qué hago todo esto y no puedo más que responder porque me provoca, porque de repente sentí ganas de hacer algo así, contigo. Te comento que sé que muchas veces soy insoportable y que me pregunto cómo demonios sigues a mi lado. Es decir, soy prácticamente la antítesis del tipo de personas que te gustan, o con quienes te gustaría estar: te gusta la gente alegre y yo soy bastante amargado; te gusta la gente refinada y elegante, yo soy un camionero; te gustan las películas, yo prefiero los libros porque las películas me dan sueño; te gustan los hombres corpulentos, pero yo soy bastante enclenque; te gusta la gente cariñosa y yo soy bastante frío y terco y prepotente y arrogante y muchas otras cosas que a ti te desagradan; pero, aún así, hay momentos en los que ambos olvidamos los defectos y nos concentramos únicamente en explotar nuestras cualidades.
Me recuerdas que una vez te hice mucho daño y que fui el causante de muchas lágrimas y te respondo que en la vida llorarás por cosas malas y por cosas buenas, y que aunque no me sienta especialmente orgulloso de muchas cosas que he hecho, de todas creo haber aprendido algo y sé que tú sacaste también mucho aprendizaje de esa época dura. Me he esforzado por redimirme y creo que ha tenido un buen resultado, o sea míranos aquí, dónde lo único que hemos hecho es divertirnos y dejar que nuestros sentimientos por el otro vayan como caballos desbocados. No puedo prometerte amor eterno, ni ti ni a nadie, creo que solo podría ofrecérselo a mi hermano, pero puedo ofrecerte ser quien te acompañe por el tiempo que sea prudente y por el tiempo en que ambos los disfrutemos. Quiero estar contigo por el tiempo en el que el respeto sea nuestro primer pilar y el cariño sea la manera de llevar nuestras acciones a cabo, sin caer en dependencias, pues amo ser un espíritu libre y que tú lo seas también. Quiero estar contigo por el tiempo en el que ambos conservemos nuestra forma de ser, pero que seamos lo suficientemente maduros para poder ceder, un día tú y otro yo, como una pareja que busca la felicidad mutua.
La velada termina fundidos en un caluroso beso, con las luces del norte en el horizonte y el frío azotando nuestros cabellos.
El viaje de vuelta es agradablemente silencioso y caluroso. El camino pasa vertiginosamente rápido ante nuestros ojos y pronto llegamos a un lugar más conocido: Caracas.
-No trajimos nada de souvenirs para nadie- dices.
-Pensé que ya sabías que yo pienso en TODO. Toma, aquí hay una bolsa con llaveros de cada ciudad visitada para nuestra pequeña amiga. Espero que le agraden.
-Eres un bastardo.
Me agrada que me conozcas tan bien.
Llegamos a tu residencia y te bajas del vehículo con cierta pesadez, pensando en cuál será la excusa para tu madre.
-Adiós, gracias por todo, fue maravilloso.
-Adiós, amor, no ha sido más que un detalle.
-Tanta modestia es casi graciosa.
-Cállate- digo entre risas.
Y así nos despedimos y al quedarme solo, por primera vez en varios días, me doy cuenta de lo cansado que estoy. Sigo mi camino hasta mi hogar. La vía está tranquila y llego rápidamente al camino montañoso que me lleva a mi montaña. Inesperadamente, el suelo está muy resbaloso y en un momento de distracción, mientras cambiaba una canción en el reproductor de música, pierdo el control del vehículo y empiezo a caer a lo largo de la montaña… la caída es lenta y larga y dentro de mi desesperación solo puedo preguntarme ¿si muero hoy, moriré feliz? No sé qué responder a ello.
Caigo…. Caigo…. Caigo…. Caigo….. caigo en mi cama, exaltado, sudado, con la respiración entrecortada y sin saber qué está pasando. Pronto caigo en cuenta de lo que ha sucedido: todo fue un largo, magnifico, inesperado y atípico sueño. Sí, un sueño, largo, lindo, feliz y excitante, pero SUEÑO al fin. Sin embargo, y por alguna extraña razón completamente ajena a mí, no estoy desilusionado, ni siquiera molesto. Estoy feliz, porque tengo algo que contar: El relato de una historia que aún no ha sucedido.
Fin.
L’Angelček
PD: De verdad tuve bloqueo mental y por eso tardé tanto en terminar mi pequeño relato.
Es una mañana fría, o al menos para un venezolano lo es, las nubes tapan el cielo parisino y la luz que entra por la ventana es bastante tenue. Tú aún duermes. Te arropo la espalda desnuda por temor a que, con lo inútil que es tu sistema inmunológico y lo eficaz que es tu capacidad de enfermarte, te vayas de aquí con una gripe maldita.
Hoy no hay prisa porque despiertes. Hoy solo quiero que descansemos un poco y disfrutemos tranquilamente nuestro último día de paseo.
Me quedo largo rato viéndote mientras duermes. ¡Me agrada tanto hacerlo! Me pregunto qué estarás soñando, si es que sueñas algo. O quizás eres de los que duermen pesado y no sueñan nada. Ahora que lo pienso jamás te he preguntado si sueñas o no y, también, ahora que lo pienso mejor, sería como idiota preguntarte eso. Ahora que lo pienso ya ni sé qué pienso, la resaca de champagne no es buena para el raciocinio.
Al fin, luego de un largo rato, despiertas sonriente. Me pregunto si yo soy el único ser humano que generalmente despierta de mal humor, porque jamás te he visto a ti despertando sin una sonrisa en la cara.
-Buen día- dices entre bostezos sonriendo.
-Bonjour!
-¿Qué haya para hoy?
-Hoy es domingo, día del señor. Creo que lo más sensato es que descansemos y quizás más tarde demos un último paseo antes de volver.
-Tan católico, vale. Hablo en serio.
-¿Y tú crees que yo bromeo? Pues no. Tengo planeado pedir comida a la habitación y ver alguna película, o qué se yo.
-¿Película? Si tú eres la peor persona para ver películas, nunca puedes mantenerte despierto por más de media hora.
-Bueno bueno, hoy no es para hablar de mis defectos.
Entonces, como dije previamente, pasamos lo que quedaba de mañana siendo los más viles vagos: comiendo, viendo películas y shows en la televisión, haciendo paréntesis solo para hacer el amor. En la cama, en la ducha, en el sofá, la alfombra…. Y ya, tampoco es que teníamos la suite presidencial.
-Con tanta actividad física debo haber adelgazado unos cuatro kilogramos.
-Ya lo creo gordito- dices riendo.
-Vuelve a decirme gordo, larva humana, y te arranco los ojos a coñazos.
-Calma, sabes que pareces sidoso.
-Como es menester, amor.
A eso de las tres de la tarde empezamos a empacar. La última parada, antes de volver a nuestros respectivos hogares, queda un poco lejos y el trayecto es largo. Lo divertido de los hoteles es que se deja todo desordenado. Me encantaría vivir en un hotel.
Luego de unas dos horas de camino llegamos al lugar que más me costó decidir. Tenía en mente ciudades como Londres o Viena, quizás Praga y hasta Moscú. Pero, un día, mencionaste algo mientras íbamos a una fiesta y eso me dijo cual sería el último destino perfecto: Brygge, en el Reino de Noruega. No es un destino común, de hecho me costó encontrar la ciudad ideal en el país ideal para poder hacerte ver eso que tanto ansiabas ver, pero eso será un poco más tarde, mientras tanto haremos un poco de turisteo.
-¿Dónde estamos?
-Pronto lo sabrás. Mientras tanto, te recomiendo que te abrigues my bien, con bufanda y demás. El clima de acá es bastante frío.
No nos encontramos ni siquiera en una ciudad, es más como un suburbio pequeño, un valle entre “Las siete montañas”. Un lugar bastante hermoso, lleno de casas de madera. Un muelle a las orillas del fiordo, que luego atravesaremos en una embarcación.
-No es que la ciudad no me guste, pero me parece extraño que estemos acá.
-Verás, un día mencionaste algo que te gustaba mucho y que en Venezuela no se da. Es un fenómeno natural. De verdad no espero que lo recuerdes, pero no te preocupes que pronto lo verás. Mientras tanto, mira que divertidas son esas casas altas y puntiagudas, muy típicas de esta parte del mundo. Y en pocos minutos abordaremos una embarcación que nos llevará a conocer el fiordo de acá.
Una vez en la embarcación, esta despega y nos da un recorrido por el fiordo. Es asombrosamente hermoso, aún cuando ya es noche cerrada. Las empinadas e imponentes montañas que salen desde el mar glacial nos ofrecen una vista parcial del oscuro cielo del norte.
Un chico, del personal de la embarcación, nos ofrece a ambos un trago de vodka, el cual tomamos sin pensarlo dos veces.
-¡Más alcohol! Siento que he perdido medio hígado este fin de semana- dices mientras das el primer sorbo.
-Como dice el dicho “Al pueblo que fueres, haz lo que vieres” y esta gente del norte nace con la botella de vodka debajo del brazo, así que ¡salud!
Cuando falta poco para que culmine el viaje, es hora de impedirte que veas, por eso vendo tus ojos con un paño y te explico que es para que no dañes la sorpresa final.
Descendemos de la embarcación y te guío con cuidado por el escabroso camino de tierra. Hace mucho frío y la brisa pretende tumbarnos. Pero me mantengo firme e intento que así te mantengas tú también. No permitiré que nada dañe la última parte de nuestro recorrido. Luego de unos quince minutos de ascender por una pequeña colina, llegamos a una explanada, con una vista perfecta de eso que quiero que veas.
-Bueno, antes de que puedas ver, hace algunas semanas, cuando todo esto no era más que un plan utópico, yo aún buscaba qué lugares visitar, de manera de hacer el viaje verdaderamente significativo con cosas que nos gustaran a ambos. Lo tenía casi todo planeado, pero faltaba algo verdaderamente impresionante para el final. Estaba en fase de bloqueo mental. De repente y prácticamente de la nada, mencionaste algo que te gustaría mucho volver a ver y ahí me diste la idea final para el lugar ideal. Sé que has visto esto antes, pero estamos realmente lejos del lugar donde lo viste por primera vez. Espero que sea igual o más hermoso que aquella vez y que de verdad lo disfrutes.
Destapo lentamente tus ojos y espero con ansias ver tu expresión. Abres los ojos lentamente y, graciosamente, abres también tu boca en un dejo de asombro.
En el amplio y oscuro cielo estrellado, hay una proyección de colores y formas informes: la aurora boreal.
-Esto es, casi, demasiado. De todas las cosas que pude imaginar que vería, jamás pensé que sería esto. No puedo creerlo, es surreal.
Nos quedamos largo rato sentados viendo cómo cambian las formas lentamente y los colores se hacen más brillantes conforme se acerca la medianoche. Nos abrazamos para que el frío no nos mate.
Conversamos de cosas poco importantes por un rato y hasta abordamos temas más profundos. Me preguntas por qué hago todo esto y no puedo más que responder porque me provoca, porque de repente sentí ganas de hacer algo así, contigo. Te comento que sé que muchas veces soy insoportable y que me pregunto cómo demonios sigues a mi lado. Es decir, soy prácticamente la antítesis del tipo de personas que te gustan, o con quienes te gustaría estar: te gusta la gente alegre y yo soy bastante amargado; te gusta la gente refinada y elegante, yo soy un camionero; te gustan las películas, yo prefiero los libros porque las películas me dan sueño; te gustan los hombres corpulentos, pero yo soy bastante enclenque; te gusta la gente cariñosa y yo soy bastante frío y terco y prepotente y arrogante y muchas otras cosas que a ti te desagradan; pero, aún así, hay momentos en los que ambos olvidamos los defectos y nos concentramos únicamente en explotar nuestras cualidades.
Me recuerdas que una vez te hice mucho daño y que fui el causante de muchas lágrimas y te respondo que en la vida llorarás por cosas malas y por cosas buenas, y que aunque no me sienta especialmente orgulloso de muchas cosas que he hecho, de todas creo haber aprendido algo y sé que tú sacaste también mucho aprendizaje de esa época dura. Me he esforzado por redimirme y creo que ha tenido un buen resultado, o sea míranos aquí, dónde lo único que hemos hecho es divertirnos y dejar que nuestros sentimientos por el otro vayan como caballos desbocados. No puedo prometerte amor eterno, ni ti ni a nadie, creo que solo podría ofrecérselo a mi hermano, pero puedo ofrecerte ser quien te acompañe por el tiempo que sea prudente y por el tiempo en que ambos los disfrutemos. Quiero estar contigo por el tiempo en el que el respeto sea nuestro primer pilar y el cariño sea la manera de llevar nuestras acciones a cabo, sin caer en dependencias, pues amo ser un espíritu libre y que tú lo seas también. Quiero estar contigo por el tiempo en el que ambos conservemos nuestra forma de ser, pero que seamos lo suficientemente maduros para poder ceder, un día tú y otro yo, como una pareja que busca la felicidad mutua.
La velada termina fundidos en un caluroso beso, con las luces del norte en el horizonte y el frío azotando nuestros cabellos.
El viaje de vuelta es agradablemente silencioso y caluroso. El camino pasa vertiginosamente rápido ante nuestros ojos y pronto llegamos a un lugar más conocido: Caracas.
-No trajimos nada de souvenirs para nadie- dices.
-Pensé que ya sabías que yo pienso en TODO. Toma, aquí hay una bolsa con llaveros de cada ciudad visitada para nuestra pequeña amiga. Espero que le agraden.
-Eres un bastardo.
Me agrada que me conozcas tan bien.
Llegamos a tu residencia y te bajas del vehículo con cierta pesadez, pensando en cuál será la excusa para tu madre.
-Adiós, gracias por todo, fue maravilloso.
-Adiós, amor, no ha sido más que un detalle.
-Tanta modestia es casi graciosa.
-Cállate- digo entre risas.
Y así nos despedimos y al quedarme solo, por primera vez en varios días, me doy cuenta de lo cansado que estoy. Sigo mi camino hasta mi hogar. La vía está tranquila y llego rápidamente al camino montañoso que me lleva a mi montaña. Inesperadamente, el suelo está muy resbaloso y en un momento de distracción, mientras cambiaba una canción en el reproductor de música, pierdo el control del vehículo y empiezo a caer a lo largo de la montaña… la caída es lenta y larga y dentro de mi desesperación solo puedo preguntarme ¿si muero hoy, moriré feliz? No sé qué responder a ello.
Caigo…. Caigo…. Caigo…. Caigo….. caigo en mi cama, exaltado, sudado, con la respiración entrecortada y sin saber qué está pasando. Pronto caigo en cuenta de lo que ha sucedido: todo fue un largo, magnifico, inesperado y atípico sueño. Sí, un sueño, largo, lindo, feliz y excitante, pero SUEÑO al fin. Sin embargo, y por alguna extraña razón completamente ajena a mí, no estoy desilusionado, ni siquiera molesto. Estoy feliz, porque tengo algo que contar: El relato de una historia que aún no ha sucedido.
Fin.
L’Angelček
PD: De verdad tuve bloqueo mental y por eso tardé tanto en terminar mi pequeño relato.